El
Museo Thyssen-Bornemisza se convierte por primera vez en escenario de un diálogo único entre piezas de moda que hablan por sí solas. Y no es otro sino el modisto francés,
Hubert de Givenchy, quien nos puede llevar mejor de la mano en esta exposición temporal inaugurada el pasado 22 de octubre. Hasta el 18 de enero del próximo año podremos ser espectadores de un centenar de sus mejores prendas, procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo, incluso siendo muchas de ellas inéditas. La iniciativa del proyecto nace desde dentro de la casa francesa y está comisariada por Eloy Martínez de la Pera, asesor de moda y miembro del Patronato de la Fundación Cristóbal Balenciaga.
Puede que fuera el afán coleccionista de trajes antiguos y telas preciosas de su abuelo lo que llevó al coutier al precipicio de la moda sin previo aviso. Quizás la razón se encuentre escondida en el corte impecable, la sobriedad, la elegancia y la modernidad de Balenciaga, de quien heredó la forma de hacer y entender la costura. Sea cual sea el motivo, ya ha cambiado el panorama desde que en 1952, era dorada de la alta costura, el modisto abriese su maison en París pero si algo está claro aquí es que las tendencias pasan de largo sin hacer ruido pero la belleza de sus creaciones siempre será permanente. Esta leyenda viva de la industria, retirada desde 1995, fue formada al filo de las agujas de Robert Piguet, Lucien Lelong y hasta de Elsa Schiaparelli. Hubert llegó a declinar una propuesta de trabajo del mismísimo Christian Dior así que si se preguntan por la clave su meteórico éxito la respuesta no es otra que la nueva fórmula que dio a luz: el prêt-à-porter de lujo.
La blusa Bettina da comienzo al recorrido, nombre que homenajea a la célebre modelo de la época y gran amiga del autor. La sencillez de la fusión entre la tela blanca de algodón de camisa masculina, el cuello abierto y las mangas adornadas con bordado inglés lleva al francés a la ansiada consolidación internacional de los que dedican su tiempo a este mundillo. Cercanas a esta, otras piezas adelantadas a su tiempo confluyen en un espacio que no dejará con la boca cerrada a nadie.
Vestidos cortos, piezas en piel, delicados trajes en seda y lamé, trajes de novia y vestidos de noche alzaron su fama aun más si fuese posible. Pero si algo destaca en el atelier del artista es el trabajo preciosista y artesanal en bordados y muselinas que lleva a cabo, la importancia de los tejidos y el cuidadoso trabajo de los diferentes materiales junto al tratamiento cromático.
El espíritu innovador del arte de vanguardia cobra el protagonismo una vez más en el mundo de la moda con el uso del color, pero la influencia del arte no acaba aquí. Sus vestidos establecen diálogos con una selección de obras escogidas de artistas como Zurbarán, Rothko, Joan Miró o Gergia O’Keeffe. Givenchy incluso fue capaz de trasladar lo expresado en los lienzos de Sonia y Roebrt Dealunay que se encuentran en el mismo espacio en sus vestidos.
La contradicción en su obra del uso del negro y del color se hace genialidad. Siendo este color fetiche otra de las cimas de su reconocimiento, trabajado siempre desde una maestría inigualable con un trabajo impecable, llegando a apropiarse de todas sus tonalidades. Así se popularizó el little Black dress, indispensable en el armario de una mujer.
La exitosa carrera de Givenchy está profundamente marcada por las relaciones de admiración entre sus clientas y él. Fue el courier el que vistió los sueños de alfombra roja del mito entre mitos Audrey Hepburn, dando fruto a un amor idílico entre musa y creador. El modisto la vistió por primera vez para su personaje de Sabrina y desde entonces han formado uno de los dúos más memorables del binomio cine-moda.
En el corazón de la exposición parece estar revoloteando aquella irreverente Holly Galightly desayunando frente al Tiffany’s de Nueva York con su collar de perlas y su vestido recto en satén negro.
La belleza universal de Hepburn no fue la única que hizo gala de sus creaciones. Y es que sus musan hablan por él. Mujeres icónicas de los años 50 y 60 se arreglaron con sus confecciones. En esta sección llama especial atención el espectacular conjunto de noche compuesto por vestido y abrigo en satén crudo, cuerpo con flores multicolores bordadas que llevó Jackie Kennedy el verano de 1961. También se pueden ver otros vestidos como el que llevó Wallis Simpson, la duquesa de Windsor, durante el duelo por su esposo; el vestido y el abrigo rosa pálido que lució Jackie para una velada en Versalles o un vestido regalado a Carolina de Mónaco cuando cumplió cinco años.
El cierre del telón lo llevan a cabo sus trajes de novia y de noche más representativos de su trayectoria, dando adiós al merecidísimo homenaje del creador, siendo los primeros, sellos de identidad de la maison francesa.
Como explica Eloy Martínez de la Pera: “Fue un gran transgresor, lo fue en 1952 cuando creó la blusa Bettina y rompió los moldes de la alta costura de entonces, pero también lo fue en el tratamiento de los materiales. Givenchy fue capaz de bordar sobre plástico y sobre cuero y, al mismo tiempo, también dejó su huella transgresora en el mundo de la alta costura al utilizar por primera vez a modelos de color en todos sus desfiles”.
La elegancia y la sencillez son, sin duda, la esencia de su talento. El meticuloso cuidado en cada detalle de sus creaciones y la maestría en el trabajo que realiza son los culpables de 40 años de absoluto éxito. Las líneas, volúmenes y la voluntad férrea por ensalzar la silueta femenina cobran vida en la casa Givenchy con una pureza excepcional.
Hubert de Givenchy dice de sí mismo: “Creo absolutamente que mi talento es un don de Dios” así que ¡demos gracias al Señor!
A diferencia con Dior, Chanel o Yves Saint Laurent no se han organizado tantas exposiciones sobre el trabajo de Hubert de Giveenchy aunque son famosas la exposición del Fashion Institute de Nueva York en 1982 y la del museo Galliera de París en 1993. Por ello mismo si disponen de 11€ en los bolsillos aprovechen esta oportunidad única y “pasen y vean” este espectáculo vivo de aquel que rompió las reglas de la moda de una Europa arcaica de posguerra.
Datos de interés
Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado,8. 28014 Madrid
mtb@museothyssen.org
www.museothyssen.org
Fechas
Del 22 de octubre de 2014
Al 18 de enero del 2015.
Lugar
Salas de Exposiciones Temporales
del Museo Thyssel-Bornemisza
Horario
De martes a domingo, de 10:00 a 19:99 h.
Los sábados la exposición permanecerá
Abierta hasta las 21:00 h.
Cerrado los días 25 de diciembre de 2014-12-03
y 1 de enero del 2015.
Transporte
Metro: Banco de España
Autobuses: 1,2,5,9,10,14,15,20,27,34,37,
45,51,52,53,74,146 y 150.