martes, 30 de diciembre de 2014

El diablo se viste de Prada

Si a Vogue hubiera que añadirle un apellido, sería el de Anna Wintour. Si a Anna Wintour hubiera que añadirle un segundo nombre, sería Vogue. Las dos marcas se funden en una. Sin Wintour, hoy Vogue probablemente no existiría. Sin Vogue, hoy Wintour no existiría. Al menos para el gran público.

Anna Wintour fue nombrada editora jefe de Vogue en julio de 1988. Desde el principio su objetivo fue revitalizar la firma y hacerla más cercana. Las puertas de la revista se abrieron a un público más amplio y heterogéneo. La caja de cristal en la que Turnure y Wright quisieron embotellar la atmósfera de la élite neoyorquina comenzaba a resquebrajarse. La moda se democratizaba de la mano de Wintour, cuya influencia permitió a la revista mantener un índice de ventas alto, al mismo tiempo que la redacción acercaba tendencias más asequibles al nuevo público.

Bajo el mandato de Grace Mirabella, la publicación se había centrado más en lifestyle y bienestar que en la moda, así que cuando Wintour, que había pasado previamente por Harper’sBazaar y Viva, tomó las riendas de la revista, las páginas se llenaron de pasarelas, diseñadores y maniquíes de carne y hueso. Entre los cambios más notables que experimentó Vogue, destaca la innovación en el diseño de portada. Mientras Mirabella mostraba únicamente el rostro de la modelo, las portadas de Anna pasaron a enseñar planos medios largos que solían ser tomados en exteriores. La portada inaugural del reinado de Wintour, por ejemplo, la protagonizó la supermodelo israelí Michaela Bercu vestida con un look de Christian Lacroix. Para Grace Coddington, mano derecha de Wintour y jefa de moda de Vogue, esa portada significó “una nueva actitud más democrática hacia la ropa: le imprimió juventud y la aderezó con una seguridad y energía que te decía que podías llegar donde quisieras. Y llegar rápido”. Además, comenzó a realizar producciones con modelos poco conocidas, a las que encumbraba en cuestión de meses, y con celebrities de Hollywood y personalidades de la política. Se hizo cargo de que los fotógrafos, maquilladores y estilistas cobraran un papel más destacado en el mundo de la moda, y los elevó a la misma categoría que a las modelos.


Con Wintour al frente, la marca ha logrado expandirse a otros mercados: en los últimos años han nacido Teen Vogue, Vogue Living y Men’s Vogue. La consolidación de las nuevas publicación le hizo valedora del premio a la Editora del Año otorgado por la revista de AdAge.

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